miércoles, 11 de julio de 2012

Presente, pasado, futuro y todas esas tonterías

Tiempos difíciles. Mucho. Periodos incomprendidos, sentimientos confundidos, esfuerzos vencidos. Ilusiones rotas, distractores perdidos. Una nueva etapa.
Reencontrarse en medio de la vorágine de elementos que no hacen más que obligarme sucumbir ante mi propia sensibilidad. Ante una soledad inesperada. Ante un deseo que no se va.
Meditaciones que no llevan a ningún lugar. Comenzar de cero. Dejar atrás un estilo de vida de una década, de muletillas emocionales de una década, de tradiciones laborales de 10 años. Centrarse. Buscar de nuevo, reintentarse. Con emociones que no se van pero que deben de trabajarse de manera distinta para obtener resultados distintos.
Codificarse en otra frecuencia.
Perdonar,
Olvidar,
Desear el bien.... esperar lo bueno.
Dicen que lo que viene conviene y que todo pasa hasta la ciruela pasa.
Espero, confío, deseo y lucho en contra de mí misma.
Me muerdo los dedos, a veces los amarro para limitarme, para dejar en mi interior lo que realmente siento, y pienso.
 A veces no puedo.
Cometo errores que resultan ser imperdonables. Me gano títulos de insoportable.
Y entonces ¿yo por qué soporto?
Nuevos aires por favor. Pronto!
Nuevos deseos, esperanzas, ilusiones y sobre todo sonrisas.
Carcajadas de las que duelen en la panza.
Brillos inocultables en las pupilas.
Chapas de felicidad.
Plenitud y complicidad interna, que deje de ser secreta.
No volverme a equivocar en mis apuestas.
Olvidar el árnica para el corazón.
Despertar con sonrisas. Erizarme con miradas. Saberme propia y ajena en el roce de una mano.
Eso,
lo que no he vivido.
Todo eso... sin luchas de egos.
Así... por que tenga que ser. Porque el corazón lata en una mirada. Porque estemos ahí en el lugar y el tiempo indicado para reconocernos y permitirnos conocernos y dejar crecer la magia. Y alimentarla.
Así...
como me gustaría
Como debería construír una gran historia llena de esas cosas que sólo a mi me pasan.

lunes, 16 de abril de 2012

Crecer o cambiar?

No recuerdo exactamente cuándo fue la ultima vez que me sentí así. No bien, no mal, no nada. Solo a la espera.
Quizá fue cuando salí de la universidad. En aquel entonces en donde además de tener el corazón roto, no tenía ni la más remota idea de qué hacer con mi vida, pero tenía la amenaza de que era el momento de comenzar a "ganar dinero" para mantenerme.
Recuerdo vagamente que en aquel entonces pasé no se cuánto tiempo acostada en mi cama viendo televisión. Literalmente me tatué las marcas del colchón en la espalda.
Tampoco recuerdo cuál fue el motivo que me hizo levantarme de la cama de golpe, pero lo hice. Y de alguna manera conseguí trabajo, el primero, el segundo, el tercero, el cuarto y llegué a los 30 y los pasé y llegó el día en el que me di cuenta de que ya no disfrutaba lo que hacía, y ese día decidí cerrar los ciclos de manera correcta porque no es lo mismo tener la responsabilidad de pagar la renta que flotar entre profesiones porque aún se cuenta con la mesada de los papás.
Y bueno, las horas, los días, las semanas corren en mi contra. En contra de lo que he tenido que poner en pausa por meses obedeciendo una instrucción de alguien más que hoy me tiene pasmada. Y necesito tanto tanto aclarar cosas. Cerrar ciclos, encontrar un nuevo empleo. Que espero que llegue del mismo modo que sucedió hace años. Así, como si nada. Ese que era para mí y que por fin este mar de angustia concluya.

domingo, 11 de marzo de 2012

Sin tormentas

Y ahora que han pasado los días pasados que por esta ocasión fueron realmente tormentosos. Hoy disfruto la mañana con la última taza de café que queda en esta casa en donde aún no tengo ganas de ir a comprar la despensa.
Leo, con ganas... con muchas.
Y con más ganas de arreglarme, ponerme linda... con alguna tela que incluya flores, como preludio a la temporada primaveral que espero con ganas sea mejor que muchas de las pasadas. Tengo todas las ganas de sentarme en una terraza donde si tengan café, desde ahí; mientras leo,  disfrutar del sol del aire y ( de ser posible ) hacer magia...

Aquí algunas imágenes de momentos nuevos, viejos y muchos otros eternos...

http://www.flickr.com/photos/tamgmy/

jueves, 8 de marzo de 2012

Mar....so?

Abrir una vez más una página en blanco. Con las manos moradas por el frío. Con los dedos paralizados por las ideas. Con la cabeza dividida entre lo laboral y lo personal. Con la preocupación de mis cosas, de las de mi trabajo, de las de los demás.
De mis canas, de mis enojos, de las experiencias desagradables por primera vez vividas. De las reacciones pasmadas que aú me tienen enojada
De la impotencia....
De la incertidumbre....
Del aprendizaje forzoso....
De sonreír y seguir para llevar el día de manera placentera.

De personas desconocidas que resultan conocidas; de las conocidas que dejan de serlo.  De las nuevas amistades.

Todo lo que está pero no quiere salir. Ese miedo, mis miedos. Tan certeros y absurdos. Y el tiempo. Imparable.
Y la cobardía.        Y la necesidad de decidir.        La exigencia propia de la vida misma de vivir, y no hacerlo de cualquier manera. Hacerlo de mejor manera.
De la mejor posible.
De la que recuerdo haber imaginado. O lo más parecido a lo que imaginé.
En algún momento. En cualquier momento..... Eso sí. Antes de eso.... tengo que ir a hacer compras al súper.

domingo, 4 de marzo de 2012

Y por qué no?

Tengo tanta hambre que siento que hago bizcos..  Pero no me importa. Hoy no me importa. Hoy no busco qué comer ni con qué llenar mi vacío, porque más allá de cualquier cosa, el vacío interno; llenado por comida a esta edad (33 recién cumplidos) se multiplica a gran velocidad en células adiposas y en flacidez que desafortunadamente no puedo combatir ya que ni tengo un marido que lo pague, ni gano lo suficiente como pasarme todo el día en tratamientos de belleza y cremas caras.
Qué difícil es todo esto. Qué difícil es sentirse enojada con el mundo porque el mundo no entiende lo que uno siente. Qué difícil es querer irse al lugar más lejano que exista, con el clima más extremo, con el idioma más incomprensible y ahí forjarse una vida.
Todo es tan distinto de como lo imaginé cuando era pequeña.
Quizá, con esa premura alguien pueda entender mi decepción mi angustia y sobre todo mi sentimiento de fracaso ante lo que me he encargado de forjar en mi.
Vale más o vale menos dar detalles. Los detalles los saben las personas que me conocen.
Sólo si no fuera cobarde.
Sólo si tuviera más voluntad, más fuerza, si fuese más combativa..... Si lograra conseguir esa varita mágica para hacer cambiar sólo mi vida sin afectar la de los demás....
en fin....
muchas cosas que hacer..* que replantear... o simplemente resignarme a que la vida se me vaya entre las manos a la velocidad a la que a ella se le de la gana

lunes, 13 de febrero de 2012

Borradores pendientes....

Haciendo una revisión, encuentro una tonelada de borradores sin publicar.... No tienen un orden. Son sólo ideas y cosas que pasaron.... Y que no publiqué no sé por qué.. Quizá porque no las terminé.... en fin.... aquí van.

Destellos fresas en la cabeza

(Enero 27, 2012)

Siempre quise hacerme algo así como un cambio radical. Creo que en la secundaria soñaba con raparme el pelo. Tiempo después caí en cuenta que mi vanidad era superior a mi impulso por ser diferente y que quizá mi cabeza no era lo suficientemente perfecta como para manejar el look rapado con la dignidad que se requiere.
Creo que ahí comenzó la vaga idea que recorrió mi mente durante años de volverme pelirroja.
Si, como en casi todas las experiencias de vida que he tenido; la opinión de mi papá siempre ha sido de gran influencia, y por una razón conocida, él siempre dijo: puedes hacer con tu cabeza lo que quieras menos pintarla de rojo.
El tiempo pasó y gracias a la herencia materna y a las irremediables y rebeldes canas que afloran a una velocidad de récord he pasado por toda una paleta de colores con tal de evitar esos destellos plateados que cada día brillan con más intensidad recordándome, el inminente paso del tiempo.
Así que bueno, fui castaña, castaña oscura, intenté disimular el tono plateado con luces doradas, evité el rubio por obvias razones de tono de piel pero jamás de los jamases me atreví a solicitar un rojo.
Tiene más de dos semanas que he rondado todos los pasillos del supermercado viendo las cajas con tonos fresa, mandarina, rojo pasión, cobrizo intenso y toda la gama de nombres ridículos que se le ponen a las cajas de tinte.
No podía decidirme. Pero quería hacerlo.
Hoy por azares del destino, mi mañana me llevó a recoger unos documentos a un "salón de belleza" en la zona rosa.
Y ahí estaba yo. Delante de una pared de espejos. Con un hombrecito que ofrecía con una fluidez de experto un catálogo de tonos rojizos que podía aplicar en mi cabello para hacerlo (y hacerme) lucir no sólo distinta, sino casi perfecta.
Con la seguridad de un verdadero maestro, ese pequeño hombrecillo que no puede tener más de 24 años logró marearme con una verborrea de ideas para mi cabello y logró convencerme de que él era un artista y lograría hacer con mis puntas muertas una verdadera obra de arte.
Fue así que a la una de la tarde me sentó en su silla de acrílico fosforecente y comenzó con algo que él llamó "extracción de color" (procedimiento que costó casi la mitad del precio total de su "obra de arte"). Untó una crema en la mitad de mi cabello. Si; en la mitad, solo de los medios a las puntas y me dejó ahí el tiempo suficiente para que yo me pusiera al "día" con los chismes de las típicas revistas que son literatura básica en esos lugares.
Después de lavarme la cabeza y secarla; (en donde pude recordar el tono original de mi cabello), preparó una mezcla con un tono rojo eléctrico que aplicó por mechones mientras llenaba mi cabeza con papel estaño; tanto que seguramente con un poco de electricidad hubiese logrado hacerme una lobotomía.
Después tomó otro tono de rojo.... lo aplicó en los mechones libres mientras me contaba todas las historias de las "damas" de la Zona Rosa a las que les pone hasta 400 extensiones con "microchip" en la cabeza, que lo contratan en la madrugada para cambios de look entre baile y baile y; quizá al notar mi miedo de quedar literalmente con look de "teibolera"; cambió radicalmente el tema para hacerme sentir segura de que mi cabeza no se vería "vulgar".
Después de muuuchas horas, dos latas de coca light, los chismes de todos los "niños/niñas" que trabajaban en el lugar llegó el último lavado. El momento cumbre.
De espaldas al espejo, secó el cabello. Por momentos podía ver alegría en su rostro. Por otros momentos miedo que intentaba cubrir con seguridad.
Después de la secadora, tomo un tubo para hacer rizos; ya, para ese momento yo sentía que saldría de ahí como Anita la Huerfanita porque incluso había tomado tijeras y yo veía caer mechones color Icee de fresa.
Afortunadamente me dió la vuelta. Y ufff; los dos sentimos alivio. Ni parecía Anita la Huerfanita, ni teibolera ni el rojo era tan rojo ni yo me espanté. Pero eso si... me veo totalmente distinta. (Espero que tanto por dentro que como por fuera)
Así que ahora es el momento indicado para medir si las pelirrojas también se divierten.
Y tenía razón.... sólo un niño/niña de la zona rosa se atrevería a seguirme la corriente en un cambio tan radical.
Me encantó.... Pero si estuvo caríiiiisimo!!!